La ciudad de Tampa Bay es conocida por muchas cosas: su vibrante escena deportiva, su clima soleado, y, claro, los Buccaneers. Pero esta semana, el brillo de las luces del Raymond James Stadium quedó opacado por una fuerza imparable de la naturaleza. No se trataba de una rivalidad divisional ni de un partido decisivo, sino de algo mucho más aterrador: el huracán Milton, que golpeó con furia días después de que el huracán Hellene ya había dejado su huella en la ciudad. Pero también quedó claro, Tampa Bay es una ciudad que nunca se rinde.
Tampa Bay ha sido testigo de muchas batallas a lo largo de los años. Ha visto a los Buccaneers en los momentos más álgidos de su historia, y también en los más bajos. Sin embargo, ninguno de esos momentos podría haber preparado a la ciudad para lo que se avecinaba. Después del paso de Hellene, un huracán que ya había puesto a la comunidad en estado de alerta, la idea de que otro golpe, aún más fuerte, estaba en camino parecía inconcebible. Pero Milton no pidió permiso. Llegó, al menos avisando. De hecho, de menor intensidad del que se avecinaba. Pero cambió por completo el paisaje y el ánimo de una ciudad que aún no se había recuperado del primer impacto.
Un huracán nunca visto, el pronóstico fatal de Milton
El pronóstico inicial fue sombrío. Los meteorólogos hablaban de una tormenta que no solo traería fuertes vientos, sino también lluvias torrenciales. Lo llamaron un evento de una vez en mil años, una tormenta tan rara y devastadora que no había precedentes recientes con los que compararla. Aunque Tampa Bay había enfrentado huracanes antes, nada podría haber preparado a la ciudad para la furia de Milton. Algunos residentes, especialmente aquellos que no vivían en zonas tradicionalmente propensas a las inundaciones, se sentían relativamente seguros. «Nunca pensé que mi casa estaría bajo el agua», comentó Sarah Thompson, residente de Seminole Heights. Pero la naturaleza no distingue mapas de riesgo, y Milton se encargó de recordarnos que la fuerza del agua es impredecible.
En los días previos a la llegada del huracán Milton a Florida, los meteorólogos temían que pudiera provocar hasta 4.5 metros (15 pies) de agua invadiendo las costas densamente pobladas de la Bahía de Tampa. Sin embargo, en lugar de eso, varios metros de agua se drenaron temporalmente. ¿Por qué? Este fenómeno, conocido como «marea de tormenta inversa», es un resultado familiar, aunque a veces poco comentado, de cómo los vientos huracanados mueven el agua del mar cuando las tormentas tocan tierra.
De hecho, ya ha ocurrido antes en la Bahía de Tampa. El camino de Milton hacia la parte central de la costa oeste de Florida era evidente, lo que aumentaba la posibilidad de que la Bahía de Tampa recibiera el impacto de la marea de tormenta. Sin embargo, siempre es difícil predecir con exactitud dónde y cuándo tocará tierra, ya que la marea alta diaria puede acentuar este fenómeno.
Milton inundó sitios que no esperaban serlo nunca
Dicen que los huracanes tienen nombres para que los recordemos, pero Milton será recordado por más que su intensidad. Fue una tormenta que no solo inundó calles y hogares, sino también nuestros corazones con temor y angustia. Los expertos nos ponían poco más que iba a desaparecer la ciudad. Golpeó bajo, con 50 tornados precediendo la hecatombe, pero con menos fuerza. Aunque sea de menor fuerza, no fueron baladí las consecuencias. A pesar de que muchos barrios no estaban en zonas de riesgo, el agua no conoce fronteras, y Milton se encargó de demostrarlo, arrasando con todo a su paso.
Las imágenes de barrios enteros bajo el agua, lugares que nunca antes habían sido tocados por inundaciones, dominaron las noticias. Riverside Heights y Seminole Heights se convirtieron en epicentros de una devastación inesperada. Las autoridades habían advertido que la lluvia podría traer consigo peligros, pero lo que nadie esperaba era el nivel de devastación que siguió. coches flotaban, árboles caídos bloqueaban las calles, y los residentes que no habían evacuado, observaban cómo sus pertenencias eran arrastradas por la corriente.
El huracán no discrimina a nadie
El huracán Milton tocó tierra cerca de Siesta Key, Florida, la noche del miércoles como una tormenta de categoría 3. Al menos 23 personas perdieron la vida a causa del huracán, según confirmaron las autoridades. Milton cruzó la península de Florida el jueves y luego se desplazó sobre el Océano Atlántico. Más de 1.3 millones de clientes en Florida quedaron sin electricidad el sábado, de acuerdo con el rastreador de energía Find Energy.
Para muchos, la lluvia que trajo Milton se sintió interminable. Las estadísticas indican que algunas áreas recibieron hasta 25 pulgadas de lluvia por hora, en menos de 24 horas, un diluvio que sobrepasó por completo los sistemas de drenaje de la ciudad. La mezcla de fuertes vientos y lluvias torrenciales transformó las calles en ríos, y las casas, en islas aisladas. Las aguas crecieron tan rápido que en cuestión de horas, lo que antes era un vecindario tranquilo y pintoresco se convirtió en una zona de desastre.
Milton: Historias para todo
Una de las historias que más resonó fue la de una familia que había sobrevivido al huracán Hellene solo para ser sorprendida de nuevo por Milton. «Pensamos que habíamos pasado lo peor», comentó el padre, «pero cuando el agua comenzó a entrar por la puerta principal, sabíamos que esto era diferente». No eran los únicos que se sintieron atrapados por la magnitud de la tormenta. En cuestión de minutos, la vida de muchas personas cambió para siempre. Las pertenencias materiales, los recuerdos, todo lo que construyeron, flotaba en el agua turbia que ahora gobernaba la ciudad. Pero en medio de esa oscuridad, surgió algo más poderoso: la solidaridad.
Dos días antes de que Helene azotara, la familia de Isabella McGovern compró la casa de sus sueños en Siesta Key, tras ahorrar durante años. Ahora, la casa está destruida, llena de lodo en su interior y con sus muebles nuevos apilados afuera. «Todo esto fue a causa del primer huracán, porque cualquier cosa que el agua toca, tienes que quitarla por el moho», dijo McGovern a CBS News.
A unas calles de distancia, las tropas de la guardia distribuían suministros esenciales como productos de limpieza, lonas y agua, mientras los McGovern se debaten entre quedarse o no. «No podemos permitirnos reconstruir toda la casa de nuevo», comentó McGovern. «Así que estábamos pensando, en todo caso, volver a amueblarla, hacer que se vea bien y, en los próximos dos o tres años, volver a ponerla en el mercado».
No todo es Football, (o Baseball o Hockey) pero ahí está.
Muchos nos quedan las imágenes del techo del xxx reventado por el huracán. Los poderosos vientos del huracán Milton durante la noche del miércoles casi arrancaron por completo el techo del estadio de los Tampa Bay Rays, el Tropicana Field, que estaba destinado a ser utilizado por los trabajadores que respondían a la tormenta. Los fuertes vientos también derribaron una grúa de construcción en la Avenida Central 400 en St. Petersburg, a aproximadamente 1.2 kilómetros del Tropicana Field, según informaron las autoridades. No se reportaron heridos de inmediato en esa zona del centro de St. Petersburg, según un comunicado de la ciudad.
Hasta el mediodía del martes, la División de Manejo de Emergencias de Florida había informado que estaba «estableciendo un campamento base para 10,000 personas en el Tropicana Field para apoyar las operaciones de remoción de escombros y a los equipos de respuesta tras el impacto del huracán». El gobernador Ron DeSantis explicó que el techo estaba diseñado para soportar vientos de hasta 110 mph. Sin embargo, debido a las ráfagas previstas que superaban ese límite, se retiraron a los trabajadores y el equipo del Tropicana Field, agregó.
Pero ahí es donde hace una retrospección y sabes porque Tampa Bay no solo es una ciudad de Football, es una ciudad de personas fuertes. Y en estos días, la fortaleza no está en los hombros de los OLs ni en las piernas de los RBs, sino en la comunidad que se arremanga, recoge los escombros y encuentra una razón para sonreír entre las lágrimas.
La historia de los vecinos ayudándose entre sí es, quizás, lo más inspirador de todo. Los que tenían botes, canoas o cualquier cosa que flotara se convirtieron en héroes improvisados, navegando por calles inundadas para ayudar a aquellos que no podían salir de sus hogares. En cuestión de horas, las redes sociales se llenaron de mensajes de apoyo, de ofertas de ayuda, y de imágenes que mostraban a personas comunes y corrientes convirtiéndose en verdaderos héroes. No se trataba solo de sobrevivir; se trataba de asegurarse de que nadie quedara atrás. “No sabíamos si nuestras casas seguirían en pie, pero sabíamos que teníamos que ayudarnos”, comentó una voluntaria que pasó horas en un refugio distribuyendo comida y agua.
Y los Bucs… son esos corsarios, esos bucaneros que uno quiere tener de su lado
Los Bucs, siempre atentos, siempre donde deben estar, con la comunidad. Tuvieron que salir hacia New Orleans antes del huracán, dejando atrás preocupación. El Coach Todd Bowles, ha hablado de resiliencia y cómo terminar fuerte un partido, pero lo que la ciudad ha demostrado esta semana va más allá del campo. Mike Evans como siempre, con la comunidad, donando 100k dólares (lo mismo que Tom Brady) por todos esos vecinos que luchan, no por ganar un partido, sino por recuperar su hogar.
La voz de los jugadores de los Buccaneers ha sido un pilar de esperanza. «Muchas oraciones, muchas oraciones,» dijo el quarterback Baker Mayfield en una videollamada con los periodistas. En esas palabras resuena el miedo y la incertidumbre, pero también la fe en que las cosas mejorarán. Y en la misma conversación, el receptor Mike Evans añadió: «Ya no jugamos solo por el Football. Estamos jugando por algo mucho más grande». Evans, que evacuó junto a su esposa y su familia, compartió su preocupación: «Solo quiero que todos estén a salvo. Al final del día, obviamente tenemos un trabajo que hacer, y lo vamos a hacer. Los partidos se jugarán, pero lo más difícil es asegurarse de que todos estén bien, rezando y esperando lo mejor».
Evans no estaba solo en su preocupación. Al igual que él, el cornerback Zyon McCollum, originario de Galveston, Texas, tampoco es ajeno a los huracanes. Instó a los residentes a seguir las órdenes de evacuación. «La madre naturaleza no es algo con lo que se pueda jugar», advirtió McCollum. «La mayor amenaza es la marea de tormenta, no tanto la lluvia, y eso es lo que más he tratado de decirle a la gente. Si están en una zona de evacuación, por favor, evacúen».
El Football en el centro, como medio
A pesar de la devastación, los jugadores no perdieron de vista su labor en el campo. Mayfield, quien aseguró la seguridad de su familia antes de otra evacuación, comentó que, aunque están enfocados en el juego, lo hacen con un ojo puesto en lo que sucede en la comunidad. “Esto podría ser una especie de domingo para darle a la gente de Florida, especialmente alrededor de nuestra área, algo de esperanza y algo que esperar,” dijo. Pero rápidamente corrigió: “No espero que mucha gente tenga electricidad, pero espero que puedan verlo en los días posteriores”.
Y es que, al final del día, el football es importante, claro que sí. Nos da alegría, nos une, nos inspira. Pero Milton nos ha recordado que hay cosas mucho más grandes que un deporte. Es en los abrazos compartidos en los refugios, en las comidas distribuidas por voluntarios, y en los pequeños actos de bondad donde encontramos la verdadera victoria.
Los días pasarán y, poco a poco, el agua comenzará a retirarse, pero las cicatrices de Milton permanecerán. No solo en las estructuras dañadas, sino en el alma de la ciudad. Sin embargo, a pesar del dolor, hay algo que brilla: la capacidad de la gente para encontrar esperanza en los momentos más oscuros. El football volverá, los partidos se jugarán, y el estadio de los Buccaneers se llenará de nuevo de gritos y ovaciones. Pero esta vez, habrá algo más en el aire. Una sensación de unidad, de haber superado juntos lo inimaginable. Porque al final, no todo es football… pero el football nos recuerda lo fuertes que podemos ser juntos.
— DeLo (@DeLo_77) October 10, 2024